El Ejercicio la Mejor Polipíldora
¿Te has tomado ya tu dosis?
Nuestra genética está diseñada para realizar y soportar actividad física. El ejercicio regular es uno de los estímulos más potentes para la expresión de genes relacionados con el mantenimiento de los tejidos y la homeostasis. Sin embargo, el desarrollo tecnológico y la evolución de la sociedad están conduciendo hacia un marcado incremento de la inactividad física.
La inactividad física inicia ciertas maladaptaciones que conducen al desarrollo de enfermedades crónicas y generan un gran problema de salud pública.
¿Cómo puede protegerme la actividad física?
Existe una fuerte evidencia de que la actividad física regular reduce la mortalidad por todas las causas y el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, hipertensión, síndrome metabólico, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer (colorrectal y mama).
La esperanza de vida incrementa con una relación dosis-respuesta, siendo mayor en personas que realizan >450 min/semana frente a aquellos que realizan 150 min/semana (tiempo recomendado por la OMS).
Enfermedades cardiovasculares
El ejercicio físico regular puede mejorar la condición física cardiovascular, reducir la presión sanguínea, reduce los triglicéridos y el riesgo de sufrir trombosis. El ejercicio tiene además el potencial de restaurar/mejorar la función endotelial, un importante factor de riesgo en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Intolerancia a la glucosa
La realización de ejercicio físico se relaciona con una reducción de la hemoglobina glicosilada, siendo más efectiva la combinación de ejercicio cardiovascular y de fuerza. La realización de ejercicio físico además está asociada con una marcada reducción en la necesidad de utilizar insulina en personas insulinodependientes.
Control del peso
El ejercicio físico contribuye a mantener y mejorar la calidad del peso corporal, previniendo la obesidad y reduciendo el riesgo de desarrollar una gran cantidad de enfermedades que se relacionan directamente con esta, por ejemplo metabólicas, cardiovasculares, inflamación crónica de bajo grado, etc.
Salud ósea
El ejercicio físico, concretamente el trabajo de fuerza y de impacto contribuyen al incremento de la densidad mineral ósea y al mantenimiento de esta, lo que cobra especial importancia en la prevención de la osteoporosis.
Salud mental y función cognitiva
La realización de ejercicio físico de cualquier tipo tiene un potente efecto sobre la salud mental. El ejercicio físico ha demostrado ser una forma efectiva de tratamiento para enfermedades como la ansiedad y la depresión. Siendo más efectivos las actividades de corta duración y alta intensidad. Además, el ejercicio físico mejora la función cognitiva, incrementando la concentración, el rendimiento académico.
Patologías relacionadas con la edad
La actividad física contribuye a reducir la disfunción autonómica relacionada con la edad. Con el envejecimiento se produce un desequilibrio en el sistema nervioso autónomo que se caracteriza por un incremento de la actividad del sistema nervioso simpático de manera mantenida. Este incremento está relacionado con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina. Existe evidencia de que la realización de ejercicio de manera regular contribuye a mantener el equilibrio en el sistema nervioso autónomo y la salud cardiovascular, pudiendo alcanzar niveles similares a los de personas más jóvenes.
El ejercicio también contribuye al mantenimiento de la independencia y la calidad de vida. Esto lo consigue en parte gracias al mantenimiento de la masa muscular y de la función cognitiva
¿Cómo consigue el ejercicio físico protegernos?
El músculo tiene la capacidad de secretar cientos de moléculas de diferentes tipos y su producción incrementa con la contracción, remodelación y crecimiento muscular. Estas sustancias llamadas miokinas, cumplen diversas funciones, destacando las paracrinas y endocrinas.
La miostatina, una de las primeras miokinas descritas, inhibe el crecimiento muscular e incrementa la obesidad y la resistencia a la insulina. La realización de ejercicio reduce la secreción de esta miokina de forma aguda.
IL-6 es otra miokina que se produce con la contracción muscular de forma directamente proporcional a la intensidad del ejercicio. Esta miokina cumple funciones metabólicas (mejora la oxidación de lípidos y la captación de la glucosa) y antiinflamatorias al estimular la secreción de otras moléculas.
Otras moléculas importantes que incrementan su producción con el ejercicio son las conocidas como neurotrofinas y su función es favorecer la supervivencia, crecimiento y diferenciación neuronal. De estas moléculas, la más afectada por el ejercicio es el BDNF, cuya secreción aumenta especialmente con el ejercicio aeróbico de alta intensidad. Esta sustancia parece incrementar de manera local la oxidación de grasas e incrementar la neuroplasticidad, además de estar relacionada con la reducción de la depresión y la ansiedad.
El ejercicio físico tiene efectos a nivel multisistémico capaces de prevenir y revertir numerosas patologías sin efectos secundarios negativos y a un coste muy bajo.